Entrevista

“Mariculla Guillén, fue una madre de testimonio y de fe”

Por Orlando Jerez

Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que se va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver. Doña Mariculla Guillén -mamá Culla-, que en paz descanse, es un vivo ejemplo de lo ante expuesto.

Su hija Iris Encarnación Guillén, quien es diseñadora gráfico de profesión, la describe como una madre fiel al señor por sobre todas las cosas y abnegada a su familia compuesta por 11 hijos.

“Doy muchas gracias a Dios por la madre que tuve, independientemente de la situación económica que  pasamos, ella se mantuvo fiel al Señor y cuando más difícil se nos ponía la cosa, sólo decía hágase en mi tu voluntad. Cuando era pequeña, recuerdo que cuando amanecía y no tenía nada para darnos de comer, ella cantaba una canción que decía un pueblo que camina por el mundo, gritando ven Señor, un pueblo que busca en esta vida la gran liberación —, tiempo después, cuando mis hermanos y yo crecimos ella nos confesó que cuando ella cantaba esa canción, Dios le mostraba el camino o le enviaba a alguien con la comida del día” expresó Encarnación, quien describe a su madre como una persona cariñosa, amable, solidaria y  bondadosa.

“Mi mamá a pesar de las dificultades siempre agradecía a Dios por todo. En ella tuve el mejor ejemplo, porque asistía a la Eucaristía todos los días, ya que ella tenía formación cursillista, legionaria y salesiana. A mi casa llegaban casi todos los que pedían en la calle del sector donde vivíamos  y ella siempre les tenía un plato de comida, ellos le decía mamá Culla. Fue lo mejor que Dios nos regaló, porque fue una madre de testimonio y de fe” agregó Iris.

Iris quien se congrega en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Villa Juana,  recuerda que en su templo se celebran cuatro misas todos los domingos y su madre los dividía a por edad y los llevaba a las celebraciones eucarísticas.

“La primera Misa era a las 6 a.m. para adultos mayores; a las  8:30 a.m. la de los jóvenes; a los 10 a.m. la de los niños y  a las 6 p.m. la  general, nosotros éramos 11 hermanos y ella por las edades nos enviaba a la misa. Por ejemplo, yo hice mi Primera Comunión a los siete  años, porque desde que nacíamos estábamos de cabeza en la Iglesia. Por eso, su forma de vivir fue nuestro mejor ejemplo” destacó Iris.

Mamá Culla tuvo una vida entregada a la voluntad de Dios. “Ella desde su juventud decía que tendría todos los hijos que Dios le enviara, y entre todas sus necesidades tuvo 11 vástagos, solo cuando tuvieron que operarla de emergencia paro de tener hijos.  Su presencia entre nosotros significó bastante, lo primero que ella nos decía era que practicáramos con el ejemplo, que el que te rodeaba no podía ver tu corazón, pero sí tus acciones” finalizó Iris Encarnación.